Cd. Delicias, Chih. 20 de abril de 2024


La UACH y la pérdida de rumbo con el rector Enrique Seañez

Fecha/hora de publicación: 18 de agosto de 2016 20:29:17

Por Ernesto Avilés Mercado:

El cambio de Rector en la Universidad Autónoma de Chihuahua, está generando una serie de actividades mediáticas, tendientes todas a posicionar los nombres de quienes buscan la representación de la UACH.

Considero que antes de ver los nombres de quienes aspiran a la rectoría, es necesario analizar un poco la crisis de credibilidad, confianza, transparencia y rendición de cuentas, por la que atraviesa.

En primer término, la UACH es el semillero de profesionistas más importante del Estado, la parte generadora de los cambios que se requieren para avanzar como sociedad; una comunidad que no se preocupa por la formación educativa y académica de sus integrantes, necesariamente está condenada a quedar estancada, sin posibilidades reales de crecimiento y desarrollo.

Desde hace tiempo, la UACH se ha convertido en una institución elitista, donde solamente aquellos que cuentan con los recursos económicos suficientes para solventar los altos costos pueden acceder, mientras que el grueso de la población, particularmente los jóvenes que provienen de familias de bajos niveles económicos, que tienen la necesidad de trabajar desde temprana edad y que con mucho esfuerzo luchan también por quedar inscritos en alguna de las instituciones Universitarias, tienen que buscar más opciones, en otras escuelas, donde además de pagar, la calidad de la enseñanza es baja y deficiente, aunque ciertamente existen excepciones.

Se entiende que los recursos públicos son escasos y que debe existir un criterio de apegarse estrictamente a las políticas de reducción del gasto, dándole prioridad a las actividades académicas, de investigación y de fomento a la cultura; desgraciadamente, en la UACH, pareciera que sucede todo lo contrario.

En la rectoría actual del maestro Jesús Enrique Séañez Sáenz, de haber estado entre las primeras 15 de las 50 mejores universidades en el país, actualmente nos encontramos en el lugar 39; nunca como hoy, un rector ha sido tan cuestionado por la serie de irregularidades de desviación de recursos y corrupción hacia el interior de la Universidad; los catedráticos con carácter de investigadores que recibían becas especiales, han visto reducidos drásticamente sus ingresos, por nuevos criterios de evaluación, que en lugar de fomentar la investigación, lo único que están generando es la deserción.

En alguna ocasión, personalmente le cuestionaba al rector por qué los altos costos en los niveles de licenciatura y posgrado y recuerdo perfectamente que me contestó que porque la educación de calidad tenía que costar.

Lo que olvidó el rector Enrique Séañez, es que la UACH es una Universidad Pública que nos cuesta a todos y no una institución privada; que el principal compromiso social que tiene, es el de brindar oportunidad a todos los jóvenes que deseen incorporarse a una carrera profesional; que lo primero es mantener en ascenso permanente los niveles de calidad académica, para competir con otras universidades privadas, pero sobre todo, que quienes temporalmente se encuentran al frente de ella, tenga claro el compromiso ineludible de responder a la confianza social, predicando con el ejemplo, siendo eficientes con el gasto, transparente con los recursos y responsable con la imagen de la Universidad.

Personalmente considero que la UACH no está cumpliendo con su objetivo y que el rectorado de Enrique Seañez, será recordado como uno de las más corruptos, opacos y retrógrados en la historia de Chihuahua.

Directores los más viables

En esta etapa de sucesión, la Universidad cuenta con unos cuadros de gran valía, tanto por su trabajo, como por su profunda vocación universitaria.

En otras circunstancias, el maestro Mario Trevizo, sería el candidato más natural para la rectoría, su indiscutible trayectoria, su carisma y capacidad política, son temas que hacen mucha falta entre los que han levantado la mano para suceder a Séañez.

Sólo un defecto tiene y se llama Cesar Duarte Jacquez, y con eso es suficiente para quedar fuera de la sucesión.

El maestro Jesús Guadalupe Benavides Olivera, director de medicina, ha trabajado intensamente para elevar a su facultad a las alturas en que se encuentra.

Entendió la institucionalidad Universitaria, cuando Duarte ordenó que se abrieran las puertas de par en par para los alumnos solicitantes, llegando a tener en primer semestre hasta 78 alumnos, número por demás exagerado para mantener la calidad educativa.

Afortunadamente, al término del ciclo, más de la mitad de los alumnos, se dieron cuenta de que no era su verdadera vocación y emigraron hacia otras carreras.

Enrique Antonio Carrete Solís, el abogado director de la Facultad de Derecho, ha logrado conjuntar un excelente equipo de trabajo con lo más grillo de los tres poderes del Estado como catedráticos, y en la división de estudios de posgrado, con un gigante de la enseñanza, como lo es el Dr. José Luis Chacón Rodríguez, le ha permitido consolidar una infraestructura académica en verdad extraordinaria, que le permite convertirse en la mejor escuela de derecho del Estado.

En base a lo anterior, su imagen de director incluyente y capaz, ha logrado permear en toda la Universidad, además de haber alcanzado importante logros a nivel nacional, concretamente con la UNAM, y la totalidad de sus catedráticos; su nominación ha sido, al igual que el doctor Benavides, de lo más natural, con amplias posibilidades de alcanzar la mayoría del consejo Universitario y eventualmente convertirse en el próximo rector.

La maestra Liliana Álvarez Loya, directora de la FCA la de mayor número de alumnos, es la única mujer en la contienda y eso tiene un efecto destacado, porque cada paso que ha dado, le ha costado mucho trabajo, porque ha tenido que demostrar el doble de la capacidad de los varones; mantener su imagen incólume, dejando tras de sí un derroche de profesionalismo y capacidad, que la convierten en la más adecuada para encabezar la rectoría (netoaviles@gmail.com)

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